El Oro Invisible: Beneficios del Silencio para la Economía

Cuatro razónes para invertir en empresas, barrios, y ciudades con más silencio.

El silencio como oro invisible y beneficio para la economía, la del banco en Costa Rica.

Al pensar en el oro invisible, no es por coincidencia que nos gusten los hoteles cinco estrellas. Tampoco es casualidad que queramos vivir en casas de lujo ubicadas en lugares alejados del estrés de la ciudad. Además de contar con privacidad y con cercanía a la naturaleza, hoteles y casas como estas son evidencia de que la tranquilidad y el silencio también tienen un precio invaluable. Está claro que la gente paga por estar rodeada de verde. Pero la gente paga también por no estar rodeada de bulla. La importancia del silencio para la economía requiere más atención.

Razones como estas nos indican porqué disfrutamos la naturaleza y los lugares libres de ruido. Y nos sugieren también porqué deberíamos procurar vivir con más tranquilidad sonora en nuestras ciudades, en nuestros lugares de trabajo, y en nuestros barrios y hogares. Esto es cierto hoy —sobre más que nunca, cuando cada vez más personas trabajan desde sus casas.

En otro ar´tículo exploramos la importancia del silencio para la salud. Aquí resumimos como la ciencia y la experiencia confirman las ventajas del silencio sobre nuestros bolsillos y bienestar económico. 

Específicamente, vamos a ahondar en al menos cuatro beneficios del silencio para la economía: El silencio…

  • Incrementa la productividad en el trabajo
  • Lleva a tomar mejores decisiones a nivel personal y empresarial
  • Aumenta la plusvalía de propiedades
  • Atrae la naturaleza y sus sonidos a nuestros entornos

Estas y otras razones bien podrían llevarnos a nombrar el silencio como el “oro invisible”. Veamos porqué, explorando más a fondo estos cuatro beneficios de vivir con más paz y menos ruido.

El Silencio Incrementa la Productividad en el Trabajo

Nada más seguro que la ausencia de distracciones para garantizar que un ingeniero diseñe un puente con seguridad y precisión. Lo mismo puede decirse para que un médico transplante bien un riñón o un corazón sin equivocarse. Los errores ocasionados por la distracción que genera la bulla y el ruido pueden costar muy caros. Por el contrario, se requieren espacios de silencio para poder concentrarse y ejecutar con profesionalismo.

Además, si reflexionamos en nuestra experiencia común, es fácil darnos cuenta como cultivar espacios de silencio y de descanso aumenta nuestra productividad y mejora nuestro desempeño. Rendimos mejor cuando estamos relajados. El “descanso es productivo”, como bien se ha llegado a señalar en revistas de negocios como Harvard Business Review

No es por casualidad que las oficinas centrales de Google, por ejemplo, cuenten con un “cuarto de silencio”. Ahí los colaboradores tienen vista al agua. E inclusive pueden recibir un masaje para así soñar con la gran siguiente aplicación del Internet. Otros estudios subrayan cómo incorporar prácticas de 5-6 minutos de lectura en espacios de silencio puede reducir el estrés hasta en un 60-70 por ciento.

Por razones como estas, en el mundo del trabajo ha emergido una tendencia indomable hacia incorporar todo tipo de prácticas trascendentales. Estas incluyen estar conscientes (“mindfulness”); incorporar modalidades de la llamada ‘espiritualidad en los negocios’ (“business spirituality”); encontrar empresas diseñando espacios de trabajo enfocados en el bienestar holístico de sus colaboradores (“workplace wellbeing”); destinar lugares físicos para la yoga y la meditación dentro de las empresas. La misma Harvard Business Review ha creado la revista “Ascend” (ascender) con reflexiones semanales enfocadas en estos temas —incluyendo el poder del silencio—. 

Tanto psicólogos empresariales como gestores de talento humano han reconocido que los seres humanos no somos máquinas, sino seres biológicos complejos. Y, como tales, damos lo mejor cuando estamos relajados y nos encontramos en ambientes que no obstruyan el flujo de nuevas ideas. De ahí que una multinacional como 3M le otorgue 15% del tiempo a sus colaboradores para que divaguen y sean creativos en proyectos personales (algo que Google ha imitado también). El silencio, el descanso, y la productividad van de la mano.

Y que no se confunda el silencio y el descanso con la vagancia ni con la pérdida de tiempo. De acuerdo al graduado de Oxford Jonah Lehrer, autor de Imagina: Como la creatividad funciona (Imagine: How Creativity Works”), el silencio potencializa la creatividad. También estimula las nuevas ideas, y nos lleva hasta soñar despiertos (“daydreaming”). Permitir que la mente divague dejando al cerebro descansar libre de de ruidos invasivos nos libera para que se entretejan conexiones frescas en nuestras neuronas. Y así surjen nuevas ideas ‘sin querer queriendo’.

Los estudios y la ciencia hoy confirman lo que la tradición y la experiencia siempre han sabido: el descanso es creativo, y su hermano gemelo, el silencio, también lo es. Detenerse a veces permite avanzar y no oir ruido de hecho permite lograr escucharlo todo.

Lleva a Tomar Mejores Decisiones

Por alguna razón las mejores “encerronas” empresariales se llevan a cabo en lugares en el campo o las montañas, alejados de la bulla de la ciudad. Por la misma razón, buscamos espacios de silencio cuando necesitamos tomar decisiones personales importantes. Y, por la misma razón, gurúes, sabios, y profetas a lo largo de los siglos han buscado lugares solitarios en la naturaleza para ser iluminados.

Los estudios de la ciencia han demostrado el porqué detrás de estas prácticas. Por un lado, la Clínica Mayo en Minnesota ha recetado la meditación como buena medicina. Sus médicos han encontrado que la meditación en silencio reduce los niveles de estrés, ansiedad, enojo, y depresión. 

Por otro, según un informe del National Center for Biotechonology Information, los contextos tranquilos también nos hacen más inteligentes. 

“La investigación sugiere,” concluye este informe, “que la meditación modula las actividades cerebrales asociadas con el control cognitivo, con la regulación de emociones y la empatía, y conlleva a tomar mejores decisiones no-sociales y sociales.”

De manera similar, según varios estudios de comportamiento y de resonancia magnética del cerebro revelan que quienes meditan a lo largo de un tiempo prolongado demuestran tener cambios en la composición física de sus cerebros. Estos cambios incluyen mayor grosor cortical en el córtex prefrontal, mayor concentración de materia gris en la ínsula derecha, y mayor densidad de materia gris en el tronco cerebral. Literalmente, la meditación y el silencio cambian y mejoran la composición física de la mente.

Evidencia similar de estudios cognitivos apunta también a cómo la meditación en ambientes de tranquilidad mejora la capacidad de atención y de memoria. Y la meditación ayuda también a reducir la preocupación, por un lado, y aumentar la felicidad y el altruismo, por el otro. El silencio es alimento sano para la mente y para el alma.

Nuestras mentes ‘neuroplásticas’ cambian y son capaces de amoldarse para que tengamos diferentes conductas dependiendo del estímulo que recibimos. Literalmente, la mente se encoge y se estresa ante conductas negativas y antisociales (y ante estímulos negativos como el ruido). En contraste, la mente crece y se estimula ante conductas más nobles y sociales y presencia de estímulos correctos —en este caso, al pasar más tiempo expuesta al silencio—.

Todo esto conduce a la pregunta: ¿Cuál economía puede surgir con gente estresada y amargada por el ruido, llevándola a tomar malas decisiones? ¿O será más bien que una economía sana requiere también mentes sanas? La evidencia científica y la experiencia personal apuntan a un rotundo sí.

Aumenta de Plusvalía en las Propiedades

Un centro urbano como lo es la Ciudad de Nueva York —conocida como la ciudad “que nunca duerme”— ha establecido como código de ley lo siguiente:

“Es la política pública de la ciudad que cada persona está titulada a niveles de sonido de ambiente que no vayan en detrimento de la vida, la salud, y el disfrute de su propiedad. Por lo tanto, se declara que la creación o mantenimiento de ruidos excesivos e irracionales dentro de la ciudad afecta y es una amenaza para la salud pública, el confort, la conveniencia, la seguridad, el bienestar y la prosperidad de los ciudadanos.”

Las razones detrás de esta declaratoria son explícitas. Pero más allá de los beneficios ya mencionados en este artículo y en publicaciones relacionadas, esta legislación se fundamenta en parte también sobre efecto que tiene el ruido sobre el valor de las propiedades. Los Newyorquinos saben que el ruido oxida el oro invisible.

De acuerdo a un estudio de la revista de bienes raíces Realtor, si bien el valor de un inmueble no está siempre directamente ligado a los niveles de ruido en el que se encuentra, sí existe correlación.

Por ejemplo, el estudio señala como zonas residenciales dentro de un radio de 3 kilómetros de un aeropuerto se ofertan a un 13 por ciento por debajo de hogares en zonas aledañas. De igual forma, la cercanía a un ferrocarril disminuye el precio promedio de una propiedad en un 12 ó 13 por ciento. La cercanía a una autopista en un 11 por ciento. La cercanía a una calle transitada en un 9 por ciento. 

Otro estudio del Journal of Real Estate Practice and Education, publicado en Research Gate, confirma hallazgos similares. El valor de una propiedad decrece cuando los niveles de sonido de tráfico vehicular sobrepasan los 45 decibeles. También, la empresa Collateral Analytics afirma que el ruido “está dentro de los factores más significativos afectando el valor de una propiedad residencial.” (Esta calculadora de precios de bienes raíces proporciona estimaciones del efecto negativo que pueden tener los decibeles sobre el precio de una propiedad.)

Si bien el ruido podría representar un ahorro para quien alquila o compra un inmueble en una zona bulliciosa, a la larga el ahorro cobra la factura. Lo barato siempre termina saliendo caro. No solo quien vende recibe menos por su inmueble —y las municipalidades recaudan menos fondos para mejorar nuestros barrios y ciudades— sino que quienes vivimos en lugares afectados por el ruido a la larga terminamos pagando el precio en detrimento de nuestra salud… y también en detrimento de nuestra calidad de sueño. (Hay mucho por decir en relación a la importancia del silencio para la salud.)

Atrae la Naturaleza y sus Sonidos a Nuestros Barrios

Por último pero no menos importante, el silencio beneficia y protege la salud de la naturaleza y el ecosistema. Tristemente, esto no es cierto en nuestras ciudades en Costa Rica. Como dijo un turista una vez al visitar San José, “you live in a very noisy city.” (“Ustedes viven en una ciudad muy bulliciosa.”)

Además de los humos, los malos olores, y la cantidad de rótulos comerciales que afean el rostro de una ciudad, el ruido también espanta al turismo local —siendo por su puesto el turismo una importante fuente de ingresos en el país—. 

¿Qué sería de Costa Rica si protegiéramos mejor el oro invisible, para que quienes visitan nuestros bosques y montañas decidieran visitar también las ciudades con el mismo entusiasmo? Dormir en hoteles silenciosos. Caminar sobre aceras sin altoparlantes y sin escándalos. Disfrutar el silencio en los parques… ¿qué si hacemos del silencio y de los sonidos naturales algo esencial y no-negociable en barrios y ciudades? Como lo señala la Ingeniera Zeidy Marín del Colegio de Ingenieros y Tecnólogos, el ruido en Costa Rica sigue siendo una “contradicción para la economía”.

Dicho eso, a la vez tenemos que ir más allá. No podemos simplemente evaluar las ventajas del silencio para la economía, y nada más. Fuera de cualquier beneficio que traigan más árboles, aves, grillos, mariposas y polinizadores en nuestros contextos, las plantas y animales también son dignos de vivir en hábitats silenciosos. Ellos necesitan y se merecen el silencio al igual que nosotros seres humanos.

Según National Geographic: “Los animales usan el sonido por una variedad de razones, incluso para navegar, encontrar comida, atraer parejas y evitar a los depredadores. La contaminación acústica les dificulta realizar estas tareas, lo que afecta su capacidad de supervivencia.”

Por su parte, la National Science Foundation sostiene que dentro de los principales problemas generados por la contaminación sónica se encuentra el anidamiento tardío de especies de aves. Las aves resultan ser más sensibles a la luz y al sonido que los humanos. El ruido afecta sus patrones de migración y apareamiento. (Esto sonará trivial, pero deberíamos reconsiderar si reconocemos el rol indispensable de las aves e insectos en el esparcimiento de semillas, en la salud de los bosques, en la estabilidad de los corredores biológicos, y en la polinización. Y ni qué decir en el turismo ni en nuestro bienestar personal.) ¿Quién en su sano juicio no prefiere levantarse con el cantar de los pájaros que con el roncar de las muflas? 

De igual forma, la Wildlife Society señala cómo inclusive los insectos requieren vivir en silencio. De hecho, los insectos merecen nuestro respeto y agradecimiento al ser quienes “gobiernan el mundo”, como lo pone Jesse Barber, profesor asociado de Boise State University en Idaho. O como lo puso Albert Einstein, “sin abejas no hay civilización.”

Uno de los estudios del profesor Barber comparando zonas ruidosas con silenciosas demostró, por ejemplo, que las zonas de silencio albergan entre un 25 y un 95 por ciento más grillos que zonas contaminadas por la bulla. (Esto puedo haber sido ocasionado otros factores, entre ellos la ausencia de las aves que se alimentan de estos insectos, ocasionando que la población de insectos creciera más de lo normal.)

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Esta consideración parecerá esotérica o irrelevante… pero de hecho nos acerca a la raíz de porqué hay tanto ruido en nuestros barrios y ciudades. Y la raíz del problema es que hemos convertido a la tecnología en un dios. Le hemos dado carta blanca a nuestros artefactos tecnológicos para que haga y deshaga a su antojo. Pero ¿será que la tecnología fue creada para el ser humano y no el ser humano para la tecnología?

La forma de vivir la vida que predomina hoy —donde estamos enfocados en la tecnología, en el entrenenimiento, y en nosotros los seres humanos como el centro de todas las cosas— podría ignorar llamados de atención como estos. 

Pero tenemos que preguntarnos si las junglas de concreto y las burbujas digitales en las que vivimos sumergidos nos hacen el mismo bien que estar rodeado de otros organismos no-humanos y de todo tipo de vegetación. De nuevo, ¿quién en su sano juicio puede oponerse a dormir oyendo más grillos y a despertarse con el cantar de las aves? Como dijo un famoso expresidente de Costa Rica, “¿para qué tractores sin violines?”

No es por nada que la pandemia del Covid-19 viera un éxodo de la gente hacia zonas rurales y campestres. Y, como señalamos al principio, no es por nada tampoco que las casas de lujo se encuentren en lugares rodeados de verde y de silencio, el oro invisible.

La ciencia y la experiencia demuestran que nos urge acoger de nuevo a la naturaleza a nuestras ciudades. Y es hora también de traer a nuestros barrios el silencio que se experimenta en las afueras.

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Para resumir, el silencio aumenta la productividad en el trabajo; nos lleva a tomar mejores decisiones en la política, en la familia, en los negocios. El silencio incrementa la plusvalía de propiedades; el silencio atrae a la naturaleza y sus sonidos a nuestros entornos cotidianos. Por razones como estas, urge de darle vuelta a esta historia y reconocer que vivir sin ruido es vivir pura vida.

Más allá de trabajar para eliminar las fuentes de contaminación sónica —por más importante que eso sea— también es hora de reconocer el ruido como un cáncer enmascarado y de  más bien honrar el silencio como el “oro invisible” que en realidad es. El silencio es una dimensión fundamental de nuestro bienestar, y por eso es hora de crear paisajes de sonidos positivos, con menos ruido. Es hora de convertir nuestras empresas, barrios y ciudades en espacios de lujo en donde el silencio y la paz estén al alcance de todas y todos.

Imagen principal por la fotógrafa costarricense @lulitafotocr

26 March 2024 | by Eduardo Sasso G.